Un día de tórrido verano, la inspectora Elena Blanco, al frente de la Brigada de Análisis de Casos, allana la vivienda de una familia y llega hasta la habitación del hijo adolescente. En la pantalla de su ordenador se confirman sus sospechas: el chico está viendo en directo cómo dos encapuchados torturan a una joven. Impotente, presenta el sádico espectáculo hasta la muerte de la víctima. ¿Cuántos antes habrán caído en manos de la Red Púrpura? La BAC ha estado investigando durante meses a esta organización que trafica con vídeos de violencia extrema en la Deep Web. Y a lo largo de todo este tiempo, Elena ha mantenido en secreto, incluso para su compañero, el subinspector Zárate, su mayor temor: que la desaparición de su hijo, cuando no era más que un niño, puede estar relacionada con esta trama macabra. ¿Dónde está Lucas? ¿Y qué límites está ella dispuesta a transgredir?
Con este libro hemos tenido amor a primera vista. Lo hemos visto en la librería, nos hemos mirado y... nos lo hemos traído para casa. Luego es cuando nos hemos dado cuenta de que es la tercera parte de una trilogía, pero como los casos son independientes, no hemos tenido ningún problema en leerlo, aunque sí ha conseguido llamarnos la atención lo suficiente como para leer las otras dos partes.